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Afirman que el primer asentamiento europeo en la cuenca del Paraná no era como se había recreado

Fecha: 24/07/2019

Científicos, estudiantes de Argentina y del País Vasco, acaban de brindar indicios de que el fuerte de Sancti Spiritu -el primer asentamiento europeo en el país, ubicado en la localidad de Puerto Gaboto, a unos 70 kilómetros de Rosario-, no habría sido como se lo conoce, sino que tendría otras características. De ser considerado “circular” y de palos, ahora se encontró evidencia de que podría haber tenido forma “irregular”, tendiendo a lo rectangular.

Pero no solo eso: las excavaciones que se están llevando adelante por estos días, dan cuenta que Sebastián Gaboto, el primer expedicionario europeo que llegó a nuestro Litoral, no estuvo solo. Es decir, que el 9 de junio de 1527, además de fundar un fuerte, inició el primer proceso de convivencia entre los nativos y los inmigrantes. Y que por si fuese poco, el lugar que se creía el original del emplazamiento de la construcción, estaría hoy en día a 200 metros de donde se construyó un fuerte conmemorativo.

A esta conclusión, se llega por la fuerte presencia en la zona de rastros de la vida de los chanás, pueblo indígena vinculado a la etnia charrúa, que habitó en las costas de nuestra provincia. A partir de ahora, los estudios están enfocados en “recuperar” parte de esos tiempos, entre la fundación y 1530.

La información, fue anticipada a Mirador Provincial por el subdirector de Patrimonio Cultural de Santa Fe, Luciano Rey, quien actualmente está a cargo de coordinar este proyecto. También bajo su órbita se encuentra la preservación de los “tesoros” arqueológicos y paleontológicos, como por ejemplo los restos óseos humanos más antiguos de la provincia, que se encuentran en San Eduardo.

El funcionario, recordó que entre el 2009 y 2010, con la participación en el proyecto de la Universidad del País Vasco (España), hubo un cambio en la metodología de trabajo. Ellos ya vienen siguiendo los procesos de colonización en distintos lugares del mundo y propusieron el paso a un sistema de “open área”, donde primeramente sacan toda la capa vegetal y donde además de buscar objetos se buscan estructuras constructivas.

“A partir de ahí se da con indicios del fuerte que eran de tierra compactada y no con palos como se pensaba. Se encontró el foso, un muro y una zanja. Eso está bien definido. Y lo importante es que en el lugar no está solo el fuerte sino un asentamiento chaná, en el cual están visibles los pozos y postes de esas construcciones”, aclaró.

Así no era
“A finales de los ’70, se había emplazado un monumento conmemorativo en forma circular y palizado. Constaba de un portón de madera grande y en el imaginario tenía mucho de las películas del lejano oeste”, indicó Rey.

Yendo unos años más atrás, particularmente desde mediados del siglo XX, exploradores e investigadores intentaron dar con el fuerte que Sebastián Gaboto había emplazado en tierras santafesinas, en el que nunca pudieron ubicar la zona exacta porque está bajo tierra. La aparición de indicios de cerámica europea y cuentas de vidrio, dieron el puntapié inicial para que el equipo dirigido por el arqueólogo santafesino Gabriel Coco, Agustín Azkarate e Iban Sánchez Pinto (este último por el lado de la Universidad del País Vasco) iniciaran las nuevas búsquedas.

Fue un baqueano de la zona, allá por el 2009, que advirtió a los investigadores sobre la presencia de cuentas de vidrio (los famosos “espejitos de colores”), debajo de un eucaliptus. Desde entonces, comenzó a desenterrarse la historia.

Debe recordarse que la misión de Gaboto era fundacional. Tenía funciones comerciales para las Indias. Debía seguir la ruta de Magallanes. Pero habría roto los esquemas, se internó en el Río de la Plata, el Paraná y a partir de encontrar un pueblo establecido en la desembocadura del río Carcarañá (los chaná) decidió instalar el fuerte.

Según comentan los arqueólogos que participan del proyecto, con la madera hicieron tapias, una técnica que aún se usa. Idearon un encofrado, metieron tierra y la apisonaron. Allí construyeron un foso.

Se estima que el fuerte estaba hecho para resguardar. Pero en el entorno, los investigadores encontraron rastros de viviendas que pueden echar luz a como fue la convivencia entre los habitantes locales y estos primeros europeos. “En la etapa que viene, apuntamos a definir cómo fue la convivencia durante esos dos años”, amplió Rey.

“En todo Puerto Gaboto -continuó-, quien hace un pozo, encuentra cerámicas. El sitio fue un gran asentamiento indígena sobre el cual se establece y construye el fuerte. Además de la cerámica europea, también aparece la guaraní. Es decir que llegaron a esas tierras en simultáneo”.

Es que aparentemente, los chaná se organizaron y recuperaron el espacio (de manera aún desconocida). “Hay muchas preguntas por contestar y terreno por excavar. Queremos encontrar respuestas a las preguntas que nos hacemos desde la ciencia, como sociedad y culturalmente sobre nuestro pasado”, agregó.

Estado presente
Hasta el 2011, la búsqueda de los restos del fuerte de Sancti Spiritu fue un proyecto de investigación. A partir de ahí y de la creación del área de Patrimonio Arqueológico y Paleontológico, se empezó a abordar de forma integral, involucrando a la comunidad local e instituciones. La intención a futuro es darle vida a un parque arqueológico con museo, que pueda contener las piezas y el conocimiento que se está generando, no solo desde lo científico, sino con el aporte de la comunidad gabotera.

En este orden, vale aclarar que se decidieron políticas de intervención que tienen que ver con la incorporación de la comunidad educativa de Gaboto, sobre todo la escuela secundaria y vecinos. Incluso un grupo de pescadores, se sumó al trabajo concreto de mantenimiento del parque. De hecho los estudiantes, empezaron a pedir medidas de preservación que fueron atendidas con la creación del Parque del Fuerte y una ley de declaración de utilidad pública de los terrenos.

“Fueron al sitio y descubrieron por ellos mismo el nuevo lugar. Juntaron mil firmas y motivaron la creación de la ley de declaración pública de los terrenos. Ahora se va a construir sobre esas tierras un centro de interpretación y el Parque del Fuerte”, adelantó Rey.

Como si fuese poco, se tuvo que generar un plan de vivienda para relocalizar a las familias que estaban en el sitio arqueológico. Son cerca de 11 grupos, que participan incluso en los trabajos. Debe valorarse que hay vecinos del pueblo dando talleres que se crearon especialmente, como telar, cerámica, pintura en tela, cestería, tejido de redes y bombonería.

En cuanto al futuro parque, se sabe que va a tener 6 hectáreas y dependerá de la gestión de gobierno entrante su continuación. “Las bases del resguardo patrimonial de los santafesinos, queda en manos de ellos. Estamos sentando las bases para proyectar un espacio de resguardo del patrimonio de los santafesinos. Donde pensemos no solo en el primer asentamiento, sino en las comunidades indígenas. Y reflexionar cómo ocupamos el espacio, cómo se dan las tensiones, cómo se dieron, se dan hoy y cómo se pueden abordar desde el futuro”, resumió.

Vale señalar que todos los materiales que van surgiendo, están siendo llevados al Museo Provincial Doctor Julio Marc de Rosario.

Historia
Este primer antecedente de resistencia indígena se ubica actualmente a orillas del río Coronda, en el departamento San Jerónimo. La construcción del fuerte se inició en 1527 y se lo llamó Sancti Spiritu (Espíritu Santo) dado que su construcción se da en el marco de la Pascua de Pentecostés.

La expedición original de Gaboto tiene sus raíces según los historiadores en el 3 de abril de 1526. Ese día, parte desde el puerto español de Sanlúcar de Barrameda con destino a las islas Molucas, pero durante su estadía en Puerto de los Patos (Brasil), oyó el testimonio de dos náufragos del anterior viaje de Juan Díaz de Solís que relataban sobre un lugar denominado Sierra de la Plata, poseedor de una riqueza incalculable. En realidad, quedaba en la todavía inexplorada región del Alto Perú.

Al escuchar estos relatos, Gaboto cambió el destino de su viaje. En febrero de 1527 partió hacia el hasta entonces llamado río de Solís, (luego Río de la Plata), con el objetivo de hallar el lugar en cuestión. Al llegar, en la margen izquierda del río Carcarañá, el 27 de mayo de ese año, ordenó un asentamiento. Fue la primera población europea en el actual territorio argentino.

Los lugareños colaboraron tanto en la construcción del poblado como en la siembra de trigo y cebada, que resultaron así las primeras realizadas en Sudamérica. En la expedición se encontraba un sacerdote quien construyó una pequeña capilla, la primera que hubo en el Río de la Plata. Se estima que el fuerte (por causas que se desconocen) dejó de estar en pie en septiembre de 1529, como consecuencia de los malos tratos recibidos por parte de los indios.

Por Pablo Rodríguez.
Fuente: Mirador Provincial